LA EXTRACCIÓN DE MUELAS LLEVADA AL ARTE
Se dice que Leonardo da Vinci, quien fue más un genial pintor que un anatomista ri-guroso, fue el primero que dejó a la posteridad valiosos dibujos y trazos que aportaron mucho al conocimiento anatómico de los maxilares y los dientes, aunque muchos de sus dibujos del cuerpo humano se hayan dispersado con el tiempo o simplemente se hayan perdido. Sin embargo, al parecer, Da Vinci nunca estuvo interesado en retratar la extracción de muelas ni a su verdugo, el popular "sacamuelas".

Este curioso personaje ya era ilustrado en el siglo XV, como lo ejemplifica una pequeña escena que muestra una extracción de muelas en el tríptico "El carro del heno", del pintor holandés Hyeronimus Van Aeken, más conocido como "El Bosco". Sin embargo, es a partir de Caravaggio y los pintores flamencos y holandeses que visitaron Roma en las primeras décadas del siglo XVII, que el tema del "sacamuelas" se vuelve recurrente. Los temas populares, enfocados de manera crítica, mediante el uso de la ironía o de contenidos moralizantes, fueron el punto de partida para la obra de pintores como Jan Steen; Gerrit Dou; Gerrit van Honthorst; David Tenier, "el Joven"; Jan Miense Molenaer y Theodor Rombouts.

En el cuadro "Un barbero sacando una muela" de Adriaen Jansz van Ostade, la extracción sucede en una posada. El paciente estira los brazos y las piernas (una de ellas sujetada por un pie por un pequeño ayudante), en una inequívoca señal de dolor, tensión y miedo, mientras alrededor se puede apreciar a espectadores que parecen gratificarse con el sufrimiento del "paciente-víctima". Esta imagen se repite en "El charlatán" de Steen, "El sacamuelas" de Rombouts, las obras homónimas "El dentista" de Teniers y Molenaer, "La extracción del diente" de Dou, entre otros, donde sólo los escenarios varían. En la obra "El sacamuelas" de Honthorst, el cirujano barbero parece regocijarse ante su penosa labor, mientras uno de los personajes aprovecha el descuido de los asistentes para robar un pato de la cesta de uno de ellos.

El dolor de muelas también fue motivo de representaciones grotescas o mordaces del siglo XIX. Los estudios realizados por Kunzle, sobre iconografías del siglo XVII y caricaturas del siglo XIX , establecen una analogía entre el deterioro de la dentadura y la corrupción moral y física. Esta relación fue ejemplarmente reflejada en la literatura por el escritor ruso Fedor Dostoievski en su novela introspectiva "Memorias del Subsuelo". La vileza del personaje, un verdadero antihéroe lite-rario, misántropo ensi-mismado en sus particulares rencores contra sus semejantes, se asocia al padecimiento que le causan sus muelas cariadas. La dentadura ha denotado poder, y su pérdida ha significado debilidad, pobreza e incluso ignorancia en quien la padece. Para Petrarca, la falta de dientes tenía la ventaja de no fomentar la conducta licenciosa. Sea como fuere, lo cierto es que la nuevas tecnologías y el desarrollo de la odontología, poco a poco, se han encargado de exorcizar los demo-nios del imaginario colectivo en torno al "sacamuelas" y el recuerdo doloroso, ancestral y primitivo, de las no tan lejanas prácticas de la extracción dental sin anestesia, felizmente ya desterradas del mundo del siglo XXI.

   
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